viernes, 15 de enero de 2021

 Tic tac... Orbita el último grano de arena como un planeta desgastado, aquel multiverso se desinfla. La gravedad es una atracción de la tercera dimensión mientras la cuarta descuenta y descarta y desvanece.

Tic... Caída libre al limbo... Tac... Una entidad voltea los conos de cristal interestelar...

Cascada de granos, esferas, huevos rompiéndose, alas traslucidas desplegándose, fantasías renovándose en la distancia, espejos profanados como pozas, ganado bovino hundiéndose al fondo de la copa, destilado esmeralda evaporándose, rocas erosionadas por la embriagadora neblina, nostalgia al rojo vivo... 

Tic... Muere la esperanza... Tac... Renace la eternidad...

La lujuria reencarna en la humedad de un aullido.

lunes, 6 de enero de 2020

El tiempo sin las hadas de la loba es una devastadora desolación. Un abismo inasible de nostalgia atroz que mancilla paulatinamente el alma, sin embargo aprendí a sobrevivir en el vacío, aguardando, atesorando el porvenir sin recurrir a la fantasía ni idealizar los momentos no vividos aún.

La ausencia es perfecta, una laboriosa selección de futuros acontecimientos. Un alucinante arte vinícola, solamente se eligen las uvas especiales y el resto recorre senderos que no nos corresponden, este planeta está sobrepoblado de terrenales sin credulidad, ignorantes por su ferviente devoción a la hiperrealidad de los anhelos próximos de cumplirse.

Nuestra pasión es añejada en barricas de roble ancestral. Tanta espera para morir y renacer y reciclar reencarnaciones en escasos instantes pero rebosantes de eternidad. La fugacidad es el mejor regalo. No es nada aguardar el momento apropiado para entregar otra costilla de cordero y desbordar el fuego e incendiar los abismos y brindar con el poderoso licor verde, el néctar del afán cuya culminación se avecina a ciegas... Así es la noche en pleno día, las tinieblas son sempiternas y el sol mera ilusión óptica.

La luna me recuerda que debo verme reflejado en tus ojos mientras aúllas de frenesí.


lunes, 18 de marzo de 2019

La tierra que me aplasta me acompaña y los organismos vivos que la habitan me desesperan más que las voces que solía tener en mi cabeza pero ahora soy parte del lodo. Si algún día construyen inmuebles encima, nadie se emocionará, seré fango para las macetas o transportado para nivelar un diminuto tramo de una carretera cuando le cambien el asfalto por el cemento. O me meterán a un tambo y otra mujer, madre de otro hijo único con fetiche a disfrazarse con el vellocino de borrego que tanto obsesionó a Jasón, plasme más figuras de barro con rostros gritando... yo gritaré en vano intento de invocar a la hada verde... los seres mitológicos están peleados con los museos porque algunos son un cementerio en exhibición para explicar el pasado que existía antes de las escrituras.

Te conozco desde siempre y últimamente no te veo y los recuerdos parecen sueños primigenios. Por eso... por eso... estoy al nivel de los cavernícolas que arrancan alas transparentes para extraer unas embriagantes gotas que se esparcen debajo de la lengua y así perderse en los paraísos artificiales, ni así te encuentro...

Soy ficción ignota de un escritor sin musa.

viernes, 13 de julio de 2018

La realidad es muy perra, devora mundos crudos y quimeras quebradas por meteoritos y borra cada detalle al ritmo de la eternidad. Pero por más fugaces que sean los anhelos, las ausencias rebosantes de agónica esperanza y las tinieblas sean casi, CASI, absolutas tienen una debilidad: ese hálito de luz que siempre viaja por los vacíos del cosmos sin poder encontrar el sendero de retorno. No hay caminos en el espacio, solamente abismos sin confines. Pero infinito es el recuerdo que se borra sin desfallecer.

Y el tenue resplandor espera que este planeta tan idéntico a los recuerdos... pero los siglos que compiten con los segundos transfiguran todo, ¿aquí fue dónde partió el destello cuando los vehículos particulares quemaban gasolina para hacer rodar sus llantas? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿O retrocedido? Las manecillas perdieron su norte, no encuentro panoramas urbanos pero reconozco los árboles, aquellos troncos al lado del río.

La lengua se quema de nostalgia por un trago que jamás probó, ese verde fuego del delirio que radica en una boca marchita. En ese follaje sangriento que no empapa, que se expande como un nido deseoso de acobijar el limbo de los espíritus difuminados y la carne putrefacta, manjar de los gusanos.

Lenta es la reencarnación... ¿será? Estúpidas las vidas pasadas, desperdiciadas por tratar de entender lo que no deberían entender sino sentir. Avivar la flama, agitar la oriflama, perturbar el aire con un aleteo imaginario. Lo inventado es más sólido que lo confirmado. Estúpido aquel que se hundió en la codicia de la bebida... en la avaricia de una caricia casi olvidada.

Sólo la acuosa sensación arraigada en las yemas de mis manos, el gesto moribundo atorado en mis pupilas dilatadas, el perpetuo roce final que derramó silencios estrepitosos. ¿Este es el planeta dónde abandoné el hígado graso por la última gota? La última que podría ser la primera. Una absurda contradicción.

Un privilegio desprestigiado.

Un don sin dónde ir.

Una disculpa.

Fe ciega.





Humo...













El aterrizaje, la tierra es más liviana que yo. Flota encima de mí y acá es pura penumbra y raíces pero ningún bicho ni lombriz. Raíces como ramas enterradas, florecen y eclosionan espíritus sin cuerpo, ¿aquí viene la gente a tirar cenizas de sus muertos? La Tierra Prometida, los árboles secos repletos de capullos, ¿aquí viene la gente a ver nacer a sus seres queridos? Crisálidas rotas como el cristal de las copas de vino, ¿aquí viene la gente a brindar por el revoloteo de sus arbolitos genealógicos? Interminables son las generaciones de las malas decisiones, pero mi presente nunca será tuyo porque te he ofrecido el mañana y deambulas en el ayer. No eres un recuerdo, sino el sempiterno afán de rebajarte. Y las fantasías deben pisar el suelo. Aterrizar. No soporto que la tierra sea más liviana que yo, ¡quiero renacer con alas transparentes y ojos enormes y redondos y multiplicados! Y mirarte de mil maneras mientras te quitas todo incluso la piel y los huesos. Me deleito con tu alma, ya me aburrí de fingir que soy humano, un buen hombre. Más liviana es la tierra.

lunes, 25 de junio de 2018

Si bien entiendo estas razones terroríficamente sentimentales, no puedo dejar pasar la angustia de un tal vez.  Esta duda comiendo mis pensamientos oscuros, iluminando con un poco de entusiasta esperanza... ¿ Y si no? ...

Recuerdo fugaz

Estas veces estos tiempos estos días estos años. Desaparecen entre torbellinos de tiempo. Entre el espacio infinito de un fugaz recuerdo. Los sueños, la memoria, el sentir lo frío del viento en mi cara. Estas sensaciones desaparecen tan rápido como una exhalación de humo. Como un despertar en la madrugada, sin saber la hora. El rocío se siente en la mañana como alfileres constantes entre tanta soledad. 
Los recuerdos del movimiento de alas aun lo percibo. No logro salir por completo. Aún siento la debilidad de una crisálida en mi ser. No me siento como yo. NO me siento como fuí, ni pienso tanto en lo que haré. Pero este desorden esta indecisión entre terminar de salir, o dejarme morir en el medio se siente en mi sangre. Se siente en mi mente en mi dolor en mis recuerdos y en mis poca fe por el ser humano.
Ha pasado tanto tiempo que no puedo creer que sea real. 
Tengo ganas de salir todavía aunque ma aplasta la idea de no poder estirar mis alas, las siento entumidas entree la mediocridad y apatía si como la pereza que ha ganado fuerza después de tal caía. La recuperación ha sido complicada pero duele todavía. Lo intentaré 
Parece que fue ayer o mañana, o fue sueño...
Sentirme bien. Salir . Estirarme. Salir. ¡VIAJAR . VIAJAR. VIAJAR! 
                                                   VOLAR

jueves, 12 de mayo de 2016

No te veo, no te encuentro pero sé que no te perdí, te siento en alguna parte. Por ahí, lejos, cerca, detrás, a la derecha, dónde sea hasta perder el norte, extraviarme en otros planos de la realidad. Veo edificios, árboles, montañas, nubes, estrellas, planetas, galaxias pero no te veo, ¿si cierro los ojos y altero la perspectiva? Los párpados son cafés, ¿y qué elemento es café al tacto? ¡La tierra! Debajo de las plantas, las cavas, los subterráneos, todos los infiernos imaginables y más allá del epicentro, ¡por toda la tierra te siento! Eres la madre tierra, la razón de todas las flores y arranco unas y me corono con los colores de tu fragante dolor, ese olor omnipresente de la polen, soy abejorro y te pico y borro tu sonrisa al profanar tu capullo vacío, húmedo y finalmente lleno de mí.  

La Tierra, primer planeta alado. 

Con tus nebulosas y descomunales alas recorremos el universo y en este cosmos comienzan a extinguirse varias palabras, ¡ya no existe la ausencia! Es un reminiscencia marchitándose a un ritmo vertiginoso, ¿qué temes? El miedo también se desmorona... Ahora sí, te veo y te veo volar y yo, sin ser astronauta, me aprendo de memoria el aspecto de todos los soles. Ninguno más radiante que tus alas verdes. Ya no puedo verte, mis pupilas son verdes y ya habito el abismo verde. Te habito con incesante inquietud, eres mi hábito, la fricción.

Tu aureola roja y mirada desorbitada...


No soy humano, no soy borrego, no soy nada. Sólo el ciego de los ojos verdes, la fotosíntesis de una mirada, ¡grita y florece como la reina de una noche: hermosa y fugaz! Sólo así soy ceniza verde, la consecuencia del revoloteo del fuego esmeralda.