viernes, 13 de julio de 2018

La realidad es muy perra, devora mundos crudos y quimeras quebradas por meteoritos y borra cada detalle al ritmo de la eternidad. Pero por más fugaces que sean los anhelos, las ausencias rebosantes de agónica esperanza y las tinieblas sean casi, CASI, absolutas tienen una debilidad: ese hálito de luz que siempre viaja por los vacíos del cosmos sin poder encontrar el sendero de retorno. No hay caminos en el espacio, solamente abismos sin confines. Pero infinito es el recuerdo que se borra sin desfallecer.

Y el tenue resplandor espera que este planeta tan idéntico a los recuerdos... pero los siglos que compiten con los segundos transfiguran todo, ¿aquí fue dónde partió el destello cuando los vehículos particulares quemaban gasolina para hacer rodar sus llantas? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿O retrocedido? Las manecillas perdieron su norte, no encuentro panoramas urbanos pero reconozco los árboles, aquellos troncos al lado del río.

La lengua se quema de nostalgia por un trago que jamás probó, ese verde fuego del delirio que radica en una boca marchita. En ese follaje sangriento que no empapa, que se expande como un nido deseoso de acobijar el limbo de los espíritus difuminados y la carne putrefacta, manjar de los gusanos.

Lenta es la reencarnación... ¿será? Estúpidas las vidas pasadas, desperdiciadas por tratar de entender lo que no deberían entender sino sentir. Avivar la flama, agitar la oriflama, perturbar el aire con un aleteo imaginario. Lo inventado es más sólido que lo confirmado. Estúpido aquel que se hundió en la codicia de la bebida... en la avaricia de una caricia casi olvidada.

Sólo la acuosa sensación arraigada en las yemas de mis manos, el gesto moribundo atorado en mis pupilas dilatadas, el perpetuo roce final que derramó silencios estrepitosos. ¿Este es el planeta dónde abandoné el hígado graso por la última gota? La última que podría ser la primera. Una absurda contradicción.

Un privilegio desprestigiado.

Un don sin dónde ir.

Una disculpa.

Fe ciega.





Humo...













El aterrizaje, la tierra es más liviana que yo. Flota encima de mí y acá es pura penumbra y raíces pero ningún bicho ni lombriz. Raíces como ramas enterradas, florecen y eclosionan espíritus sin cuerpo, ¿aquí viene la gente a tirar cenizas de sus muertos? La Tierra Prometida, los árboles secos repletos de capullos, ¿aquí viene la gente a ver nacer a sus seres queridos? Crisálidas rotas como el cristal de las copas de vino, ¿aquí viene la gente a brindar por el revoloteo de sus arbolitos genealógicos? Interminables son las generaciones de las malas decisiones, pero mi presente nunca será tuyo porque te he ofrecido el mañana y deambulas en el ayer. No eres un recuerdo, sino el sempiterno afán de rebajarte. Y las fantasías deben pisar el suelo. Aterrizar. No soporto que la tierra sea más liviana que yo, ¡quiero renacer con alas transparentes y ojos enormes y redondos y multiplicados! Y mirarte de mil maneras mientras te quitas todo incluso la piel y los huesos. Me deleito con tu alma, ya me aburrí de fingir que soy humano, un buen hombre. Más liviana es la tierra.

lunes, 25 de junio de 2018

Si bien entiendo estas razones terroríficamente sentimentales, no puedo dejar pasar la angustia de un tal vez.  Esta duda comiendo mis pensamientos oscuros, iluminando con un poco de entusiasta esperanza... ¿ Y si no? ...

Recuerdo fugaz

Estas veces estos tiempos estos días estos años. Desaparecen entre torbellinos de tiempo. Entre el espacio infinito de un fugaz recuerdo. Los sueños, la memoria, el sentir lo frío del viento en mi cara. Estas sensaciones desaparecen tan rápido como una exhalación de humo. Como un despertar en la madrugada, sin saber la hora. El rocío se siente en la mañana como alfileres constantes entre tanta soledad. 
Los recuerdos del movimiento de alas aun lo percibo. No logro salir por completo. Aún siento la debilidad de una crisálida en mi ser. No me siento como yo. NO me siento como fuí, ni pienso tanto en lo que haré. Pero este desorden esta indecisión entre terminar de salir, o dejarme morir en el medio se siente en mi sangre. Se siente en mi mente en mi dolor en mis recuerdos y en mis poca fe por el ser humano.
Ha pasado tanto tiempo que no puedo creer que sea real. 
Tengo ganas de salir todavía aunque ma aplasta la idea de no poder estirar mis alas, las siento entumidas entree la mediocridad y apatía si como la pereza que ha ganado fuerza después de tal caía. La recuperación ha sido complicada pero duele todavía. Lo intentaré 
Parece que fue ayer o mañana, o fue sueño...
Sentirme bien. Salir . Estirarme. Salir. ¡VIAJAR . VIAJAR. VIAJAR! 
                                                   VOLAR